Cementerio de La Recoleta |
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Costumbres FunerariasLos pueblos han venerado y enterrado a sus muertos de muy variadas maneras a lo largo de la historia. Creencias, tradiciones, así como la posición o papel social del fallecido han determinado siempre el carácter de las ceremonias mortuorias y del sepulcro.Los antiguos egipcios se destacaron por la veneración con que guardaban los restos mortales de sus seres queridos. Su creencia de que el espíritu del muerto seguiría existiendo sólo si el cadáver era conservado adecuadamente, llevó a esa civilización a construir los grandes monumentos funerarios que hoy conocemos como las pirámides y a desarrollar el arte del embalsamamiento, aplicado particularmente a sus reyes y faraones, cuyas momias han perdurado de esa manera, hasta nuestros días. Los griegos, por su parte, también daban importancia a las honras fúnebres y enterraban a sus héroes y guerreros de forma solemne y aparatosa, aunque lo hacían colocando el cadáver o la urna con las cenizas en un hoyo en el suelo o en un sarcófago de piedra. Para los romanos las honras fúnebres tuvieron gran pompa. Un maestro de ceremonias se encargaba de cuidar que cada persona en el funeral ocupara el lugar que le correspondía. A la cabeza del cortejo fúnebre iban los músicos y le seguían las plañideras que entonaban cantos funerarios. Luego venían los histriones, haciendo muecas y payasadas. El más hábil de ellos iba imitando los gestos y actitudes que en vida caracterizaban al difunto. Seguían los libertos e individuos que enarbolaban efigies de los antepasados, coronas y recompensas militares ganadas por el muerto. Detrás venía el cadáver sobre una litera, llevado en hombros por los parientes, y al finalizar, los familiares. Ante la sepultura, un orador pronunciaba un elogio fúnebre. Los cadáveres de reyes, príncipes y señoras feudales eran mantenidos cuarenta días en capilla ardiente antes de recibir sepultura, por la general en un monasterio. Los judíos emplearon tanto el sepulcro en la tierra como en la roca viva. El cadáver era colocado en un lecho perfumado, donde era expuesto a la contemplación de las tribus durante algunos días hasta que recibía sepultura. Esta ceremonia se realizaba en presencia de familiares y amigos, quienes se lamentaban en voz alta por la pérdida. La Doctrina Islámica hace de la muerte un escalón difícil, una especie de sendero que conduce hacia la gloria, en otras palabras, la muerte para un musulmán es un suceso triste y penoso, pero no catastrófico. El llanto por la muerte de un ser querido es una manifestación sincera e innata de nuestros sentimientos, por lo tanto es imposible contenerlo totalmente, pero si es posible aliviarlo y moderarlo. Hay normas y formalidades propias de la tradición para con el musulmán fallecido. Bañarlo, amortajarlo, rezar por él y finalmente sepultarlo según las enseñanzas del Corán y de la Sunna (tradición de nuestro Profeta Muhammad).
Sobre las costumbres en los velatorios, podríamos escribir libros, pero simplemente citaremos algún párrafo de un cuento de Julio Cortázar, "Conductas en los velorios", que hace alusión a algunas modalidades que se observaban en los mismos: Las cosas ocurren casi siempre en un patio con macetas y música de radio. Texto: Susana Espósito - Fotos: Luis Leoz y AGN |
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